El futuro del trabajo está aquí, y es una semana de cuatro días 

Escrito por Charlotte Minvielle, jefa de Desarrollo de Negocios 

El Secretariado de Equal Measures 2030 es un equipo global íntegramente remoto con personal basado en Canadá, India, Líbano, Reino Unido, Kenia, Estados Unidos, Sudáfrica, Senegal, España, Costa de Marfil, Argentina y Brasil. Una encuesta reciente enviada a nuestro personal reveló que el 100% de las personas que respondieron se sentían satisfechas con la política de 4 días laborables y el 86% se sentían extremadamente satisfechas.  

En un mundo que cambia a un ritmo sin precedentes, la semana de cinco días laborables se ha vuelto cada vez más cuestionable. Nuevos estudios y programas pilotos están demostrando que la semana laboral de cuatro días es un disparador de cambios en la productividad, el bienestar del personal e, incluso, en la salud de la sociedad en general. Equal Measures 2030 ha sido parte de este movimiento y está viendo los beneficios de implementar una semana más corta desde hace más de un año. En este artículo, profundizaremos en las pruebas convincentes y la experiencia de primera mano que destacan por qué es hora de incorporar la semana laborable de cuatro días. 

Mayor motivación y bienestar 

Desde que hemos puestoesta medida en práctica, nuestro equipo se siente más motivado y con energía. Todas las personas que respondieron que una semana laboral de 4 días ha mejorado su satisfacción en el ámbito laboral. Una expresó: “Siento que este horario me permitió tener más tiempo de calidad conmigo, mi familia y amistades y de hacer más actividades de autocuidado. Siento mayor plenitud en general, tanto en mi vida personal como profesional”.  

De lo que escuchamos de nuestro personal, se trabaja con mayor eficiencia para dar lo mejor de sí en esos 4 días. “Me levanta la moral y me hace querer quedarme más tiempo en la organización”. Esta perspectiva fue compartida también en los hallazgos de un estudio piloto en Reino Unido—el más grande del mundo—, que demostró una caída sustancial del 57% en las probabilidades de que el personal renuncie, lo que genera una dramática mejora en la retención de los recursos humanos. 

Empezar clases de cocina, ir a caminar, comprar el periódico en lugar de leerlo en línea, hacer un voluntariado, ir a una clase de gimnasia o quedarse descansando, estas son algunas de las actividades en las que han estado participando quienes conforman el Secretariado de Equal Measures 2030 durante su tiempo libre los viernes.  

Todas las personas que respondieron nuestra encuesta dijeron que habían visto mejoras en la relación vida personal-trabajo. Una persona de nuestro equipo comentó que la semana laboral de 4 días le había permitido “ocuparse de proyectos personales o tomarse el tiempo para leer o hacer otra cosa que le gustara”, y otra indicó que este esquema “le redujo el estrés y le trajo mayor felicidad”.  

Aumento de la productividad  

El esquema laborable de 4 días no solo potencia el bienestar, sino que puede potenciar la productividad y la eficiencia, un incentivo convincente para el sector privado. Cuando la empresa francesa de informática LDLC instituyó la semana laborable de 32 semanas, vio un incremento del 40% en sus ganancias. El retorno anual pasó de 500 millones de euros a 700 millones de euros sin que haya cambiado la cantidad de personas empleadas. De hecho, el ausentismo y los accidentes laborales cayeron un 50%. 

Nuestro equipo indicó que la semana más compacta ha fomentado la optimización de las horas y una mejor organización de sus tareas. Un miembro expresó: “Saber que hay un plazo más corto para completar las tareas me ayudó a concentrarme más”. 

Mayor impacto en la sociedad  

También hay más beneficios para el ámbito social y medioambiental con una semana de cuatro días. Si los países decidieran instaurar una semana laborable de 4 días a nivel nacional, esto podría tener un impacto significativo en nuestro planeta. Durante la pandemia por la covid-19, la disminución de las actividades económicas resultó en una reducción importante de las emisiones de carbono y fuimos testigos de una caída global diaria del 17% en 2020, según un estudio publicado en Nature.  

Para la economista Aurelie Piet, trabajar menos implica contaminar menos. Porque, a menudo, se viaja menos, se usa menos electricidad en las oficinas, no se necesitan los elevadores, la calefacción, el aire acondicionado o los equipos de consumo intensivo de energía. Una semana de 4 días podría reducir la huella de carbono de Reino Unido en 127 millones de toneladas por año. Puesto en otros términos esto es el equivalente a quitar de la calle 127 millones de automóviles, es decir, toda la flota automovilística privada de Reino Unido, según una investigación de la campaña The 4 Day Week Campaign. 

Coherencia con nuestros valores feministas  

En Equal Measures 2030, reconocemos que nuestras vidas no se limitan únicamente a lo que hacemos a nivel profesional; el tiempo de cada persona es valioso y nuestro aporte a la sociedad, más allá del trabajo que hacemos, también nos importa. Según palabras de nuestra directora ejecutiva Alison Holder: “Una parte importante de esta decisión fue alinearnos con nuestros valores feministas. Instaurar la semana de 4 días fue uno de los cambios tangibles que pudimos hacer para llevar nuestros principios a la práctica”.  

Para Oxfam, las mujeres y las niñas asumen más de tres cuartos del trabajo de cuidado no remunerado en el mundo. Nuestro equipo mayoritariamente femenino expresó que la semana laborable de 4 días le ayudó a gestionar y lidiar mejor con sus responsabilidades de cuidado. Una empleada dijo que le permitió “organizar las tareas personales y del hogar antes de ocuparse del cuidado de los niños los fines de semana”. Otra compartió: “Al tener una persona menor con necesidades especiales, puedo planificar otras actividades de cuidado infantil los viernes”.  

Como equipo de feministas apasionadas y motivadas, en general, siempre queremos hacer más para contribuir positivamente con la sociedad. Una persona del equipo contó que había “estado como voluntaria joven y creativa en un colectivo feminista de la India” los días viernes, mientras que otra usó ese mismo tiempo para “participar en actividades políticas alineadas con valores feministas, medioambientales y de justicia social”. 

Además, el plantel destacó que pudo desarrollar nuevas competencias que tal vez no hubiera perfeccionado sin ese día adicional. “Siento que mi trabajo es un espacio que me permite vivir otras facetas de mi vida de forma más plena. Algunas de las cosas que hacemos los viernes pueden ayudar positivamente a quienes somos como individuos y parte de un equipo”. 

 

Lecciones de la implementación 

No sorprende que el 100% de quienes respondieron la encuesta definitivamente recomendaran una semana de 32 horas a otras organizaciones. A continuación, algunas de nuestra reflexiones y sugerencias sobre cómo hacer que este proceso funcione en tu organización: 

  • Reducir las horas de trabajo a 32 por semana y asegurarse de que la propuesta no sea comprimir toda la carga horaria en 4 días- Y, por supuesto, garantizar que no se reducirá el salario del personal en el proceso de implementación.  
  • Elegir un día libre para todo el personal si la organización o el negocio lo permiten. Decidimos que el viernes sería nuestro día libre. Era lo que más sentido tenía a nivel logístico, y también creíamos que, el hecho de que todas las personas estuvieran libres quitaba peso a quienes trabajaban ese día. En palabras de una persona del equipo: “Saber que el resto tiene los viernes libres me relaja”.  
  • Tomarse el tiempo de comunicar bien esta decisión al plantel. Una persona del plantel recomienda “que haya mucha comunicación en el proceso de implementación y pautas claras para evitar la sobrecarga de trabajo”.  
  • Tener capacidad de explicar la decisión externamente. Es posible que creas en este esquema de trabajo, pero temas la reacción de otras partes con las que colaboras. En palabras de alguien de nuestro equipo: “El mayor reto es estar en consonancia con las organizaciones socias y otros actores que todavía trabajan 5 días a la semana”. Tienes que tener la capacidad de explicar con claridad por qué crees que esta es la decisión correcta para tu organización desde una perspectiva comercial y de valores.  

La lucha por tener un fin de semana fue una de las grandes victorias laborales del último siglo; la puja por una semana de cuatro días podría ser perfectamente la de este tiempo. Los datos lo apoyan y los beneficios son claros: desde mayor productividad y satisfacción laboral a aportes significativos, igualdad de género y sostenibilidad financiera. No se trata de un esquema “lindo que queremos tener”. Es algo imprescindible para cualquier organización con proyección hacia el futuro.  

Desde Equal Measures 2030 instamos a empresas y formuladores de políticas a dar este paso. Si están pensando en hacerlo y necesitan aportes, con gusto compartiremos nuestro recorrido y aprendizajes. El futuro del trabajo ya está aquí, y es una semana de cuatro días. 

¿Por qué la crisis del cuidado es una agenda feminista?  

Por Ester Pinheiro, encargada de las comunicaciones – español y Gabrielle Leite, Analista de Datos y perspectivas de género en Equal Measures 2030 

En el contexto dejado por el escenario de la pandemia del COVID-19, los servicios de cuidados esenciales se han vuelto más visibles en la sociedad y han hecho hincapié aún más a los roles vitales, aunque no remunerados y no reconocidos, que a menudo desempeñan las mujeres.  

Mundialmente, las mujeres dedican 2,8 horas más que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, frecuentemente, pasan una triple jornada de trabajo. Ellas trabajan en sus empleos remunerados, cuidan de los niños y también de la casa y esto tiene impactos sobre su salud física y mental, así como su permanencia en el mercado laboral.  

Cuando las escuelas y centros preescolares cerraron durante la COVID-19, las mujeres asumieron la mayor parte del cuidado de los niños. En 2020, se estima que más de dos millones de madres abandonaron la fuerza laboral y redujeron su participación en la fuerza laboral en 1.8% en relación con 2019, que fue casi el doble de la disminución observada para los hombres.  

Casi el 60% de los países no tomó medidas para compensar este aumento del trabajo no remunerado, incluida la ampliación de las licencias familiares, los servicios de cuidado infantil de emergencia o los servicios de dinero por cuidado para compensar el cierre de escuelas. Siguiendo la trayectoria actual, la brecha entre el tiempo dedicado por mujeres y hombres a cuidados no remunerados se reducirá ligeramente, pero para 2050, las mujeres en todo el mundo seguirán gastando una media de 2,3 horas más al día al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres.  

Una mirada interseccional hacia los cuidados  

Las brechas se acentúan no solamente en relación con el género, sino a categorías como la identidad étnica, de clase y de raza, en tanto las mujeres rurales e indígenas destinan al trabajo de cuidados hasta ocho horas semanales más que mujeres que no forman parte de esta población, como ocurre, por ejemplo, en México.  

En Brasil, entre los 6,3 millones de trabajadoras domésticas, el 84% son negras, el 95% son mujeres y más del 50% de los hogares encabezados por trabajadoras domésticas son pobres. Este dato reflete en la región de Latinoamérica y El Caribe, donde las mujeres de menores ingresos dedican en promedio 46 horas semanales al trabajo no remunerado, frente a las mujeres de mayores ingresos, que dedican en promedio 33 horas semanales. 

Importante hoja de ruta  

Para Milena Páramo, coordinadora regional de CLADEM en América Latina, la crisis del cuidado poco a poco se ha erigido como un asunto principal en la agenda feminista regional y de los Estados de la región, y prueba de ello es el Compromiso de Buenos Aires (2022) adoptado por la XV Conferencia Regional sobre la Mujer.  

“El Compromiso de Buenos Aires reconoce al cuidado como un derecho de las personas a cuidar, ser cuidadas y ejercer el autocuidado y propone a los Estados avanzar en acuerdos en áreas específicas para avanzar hacia una sociedad del cuidado, atendiendo la superación de la división social del trabajo y la promoción de una organización social de los cuidados”, comenta Milena. 

Para las feministas de la región de LATAM, el Compromiso de Buenos Aires es una importante hoja de ruta, “al afianzar el compromiso de partes de avanzar hacia sociedades más justas, equitativas y nos desafía a pensar no solo un nuevo modelo de desarrollo sino una nueva sociedad.” 

También se reconoce cada vez más que el trabajo de cuidados es fundamental para desbloquear el progreso en múltiples objetivos de desarrollo sostenible. Abordar estos desequilibrios de género en relación con la distribución del trabajo de cuidados no solo es relevante para la igualdad de género y el ODS 5, sino que también está vinculado y puede ayudar a abordar: el ODS 1 (poner fin a toda la pobreza); el ODS 3 (vida sana y promoción del bienestar de todos en todas las edades); el ODS 4 (educación inclusiva y de calidad para todos); el ODS 8 (creación de empleo decente para todos y promoción del crecimiento inclusivo) y el ODS 10 (reducción de las desigualdades). 


Este artículo hace parte de una serie de publicaciones de blog realizadas por Equal Measures 2030, en colaboración con otras organizaciones feministas, tiene como objetivo crear conciencia sobre el primer Día Internacional del Cuidado y el Apoyo de las Naciones Unidas y arrojar luz sobre la importancia del trabajo de cuidados y la economía del cuidado, y la apremiante necesidad de datos precisos e inclusivos.   

Lee otros artículos de esta serie:

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Por una agenda de datos de género que mida correctamente el cuidado

Aumenta la igualdad de género en el mundo, pero no con suficiente rapidez. Estas son las causas.

Autora: Alison Holder 

En este Día Internacional de la Mujer, si se cansa de logotipos rosas y campañas comerciales sobre el “Poder Femenino”, tal vez le resulte más provechoso intentar buscar una respuesta genuina a la pregunta “¿Por qué el mundo no progresa más rápido hacia la igualdad de género?”. Aquí le doy una pista: la repuesta tiene que ver con una barrera omnipresente que afecta a más del 85% de las niñas y las mujeres del mundo. Y las activistas por los derechos de las mujeres, como Equal Measures 2030, se congregarán (convocadas por Oxfam y NAWI, entre otros actores) durante la próxima semana en la ONU para alzar la voz al respecto. 

Esa barrera es la austeridad y la falta sistemática de recursos suficientes para los servicios públicos y la infraestructura social (incluida la infraestructura relacionada con los cuidados) en la gran mayoría de los países del mundo.  

Sabemos que la austeridad perjudica particularmente a las mujeres, por los siguientes motivos:  

  • En la mayoría de los países, en el sector público predominan las trabajadoras mujeres, que son las más afectadas por la pérdida de puestos de trabajo debido a las medidas de austeridad.  
  • Los recortes en los servicios públicos incrementan las responsabilidades de cuidado de las mujeres y las exponen a mayores riesgos para la salud y de violencia.  
  • Las mujeres representan una proporción mayoritaria en los sectores laborales precarios e informales y cuando se debilitan las normas del mercado laboral se agravan los riesgos que enfrentan en el ámbito del trabajo, y que incluyen desde explotación hasta peligros para la integridad física.  
  • Por último, el desmantelamiento del estado de bienestar tendrá, ineludiblemente, un impacto negativo en las mujeres marginadas que viven en situación de pobreza. 

Estamos exactamente a un año de que se presentara el Índice de Género de los ODS de 2022, para el cual recogimos datos de 144 países y comprobamos que ninguno había alcanzado la igualdad de género. Al ritmo de avance actual, la igualdad de género no se alcanzará a nivel global hasta el año 2108, como lo más pronto. 

Acelerar el progreso en materia de igualdad de género requiere de recursos e inversiones, como inversiones en servicios públicos universales y protección social, e inversiones en infraestructura de atención. Los fondos que se inviertan ahora en atención de la salud, educación, programas de bienestar y salarios dignos para quienes trabajan en la función pública se traducirán en sociedades más sanas, ricas y sostenibles para todas las personas. 

Sin embargo, investigaciones recientes publicadas por la campaña #EndAusterity han concluido que, para 2023, el 85% de la población mundial vivirá bajo las consecuencias de medidas de austeridad. Ya sea por ideología o condiciones impuestas por prestadores como el FMI y el Banco Mundial, los países —independientemente si son ricos o pobres y en todas las regiones— están implementando programas dañosos de recortes de gastos que impactan con mayor gravedad en las mujeres y las niñas de los sectores más pobres y marginados. 

Los propios datos del Índice de Género de los ODS elaborado por EM2030 contribuyen a mostrar que la austeridad tiene un impacto negativo en la igualdad de género y retarda el progreso mundial hacia el logro de nuestros objetivos de igualdad. 

  • El Índice de EM2030 sondea cuánto están gastando los países en sus fuerzas militares (un valor que se ajusta para considerar el PIB del país o su nivel de riqueza). ¿Por qué? Porque este indicador ayuda a ver que la austeridad es una elección política más que una necesidad fiscal. Efectivamente, concluimos que dos tercios de los países aumentaron su gasto militar entre 2015 y 2020. Pareciera que no hay una “fuente mágica de dinero”, excepto cuando se trata de gastos militares. 
  • EM2030 también analiza las leyes vinculadas con la fortaleza de los sindicatos y los derechos laborales. Nuestro índice concluye que más del 40% de los países estudiados debilitaron los derechos de “libertad de asociación y negociación colectiva” entre los años 2015 y 2020. Ante estas tendencias, no debería sorprender que tantos países se hayan topado con muy poca resistencia organizada a sus regímenes de austeridad. 

Los nexos entre falta de progreso en materia de igualdad de género y austeridad pueden ser identificados en tres ejemplos nacionales: Ecuador, Brasil y el Reino Unido son tres países que han atravesado décadas de medidas de austeridad y que no están logrando “ningún progreso” o avanzan “en el sentido equivocado” en el Índice.  

La “ortodoxia de la austeridad” entorpeció el curso de los avances en igualdad de género y ahora es momento de recordar que el Día Internacional de la Mujer empezó con las luchas de la clase trabajadora y los movimientos por el sufragio de principios del siglo XX. Si pretendemos acelerar los avances en igualdad de género para que esta pueda alcanzarse antes de nuestra proyección del año 2108, debemos unirnos para oponer resistencia a los recortes dañosos y promover inversiones genuinas que contribuyan a un futuro con mayor igualdad, prosperidad y sostenibilidad para todas las personas. 

¿Cuál es la clave para una recuperación de la economía africana? Aquí algunas alternativas feministas panafricanas 

Por Nadia Ahidjo, jefa de Programas y Alianzas en África y Esme Abbott, coordinadora de Comunicaciones 

Para garantizar que la recuperación en África sea justa y sostenible, las mujeres africanas deben estar en el centro de las políticas económicas y de crecimiento. Esto va más allá de la perspectiva y la demanda de participación significativa en decisiones, discusiones e implementación de estas políticas.   

En ciertas cuestiones, sobre todo en torno al liderazgo político de las mujeres, los datos del Índice de Género de los ODS 2022 de EM2030 revelan que países como Sudáfrica, Ruanda, Mozambique y Etiopía tienen mayor representación de mujeres en cargos jerárquicos del gobierno y a nivel ministerial con respecto a países como Dinamarca y Noruega, a menudo aclamados por ser estandartes de la igualdad de género. 

También hubo importantes avances en el continente en términos del uso de banca digital y acceso a Internet  por parte de las mujeres (indicadores clave del ODS9  sobre innovación). Las mujeres en Kenia, Sudáfrica y Zimbabue han sido más propensas a usar la banca digital en el último año en comparación con las de Argentina, Indonesia o México. Este es un paso en la dirección correcta, pero tiene matices a la hora de traducirse en cambios fundamentales en los medios de vida de las mujeres.  

La pobreza sigue siendo otro barrera subyacente en toda África y se ha intensificado con la pandemia, un factor que barrió más de cuatro décadas de progreso global según el informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Sin embargo, incluso antes de la pandemia, casi el 70% de las mujeres en África estaban preocupadas por los ingresos de sus hogares y por llegar con ellos a cubrir las necesidades de sus familias, una cifra que ya estaba creciendo entre 2015 y 2020. 

Las medidas de austeridad se han convertido en la primera opción a seguir en tiempos de crisis, pero incluso un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) demuestra que las medidas de austeridad aumentan la pobreza y la desigualdad. Las mujeres están sobrerrepresentadas en el sector empleos públicos, informales y de cuidado doméstico, los cuales están fuertemente amenazados por dichas medidas. Para muchos países de renta baja, o aquellos que atraviesan una crisis, la austeridad no es una cuestión de elección, sino una exigencia para acceder a préstamos y subvenciones. 

Según una investigación de Oxfam, 76 de 91 créditos del FMI que se negociaron en 81 países desde el inicio de la pandemia han empujado hacia recortes en los servicios públicos, incluso los sistemas de atención de la salud, vitales durante una crisis sanitaria. La posibilidad de evitar medidas de austeridad no solo ayudará a los países africanos a cuestionar al patriarcado, sino también a las prácticas coloniales que han socavado el desarrollo económico. 

Los países del continente africano no podrán recuperarse por completo si estos desafíos no se ubican en el centro de las políticas económicas y los planes de crecimiento. Para hacerlo, debemos aplicar una perspectiva feminista y panafricana1, e interseccional en todas las políticas para asegurarnos que resistan a los valores económicos neoliberales y patriarcales y que reconozcan la complejidad de cuestiones como la identidad, la raza, el género, la clase y la cultura. Sin este entendimiento, sobre cómo se acumulan y combinan las desigualdades, es difícil identificar los problemas o las soluciones, y las políticas fallarán a la hora de lograr el crecimiento sostenible necesario.  

La falta de datos desagregados recogidos a tiempo resulta en políticas que no son ni interseccionales ni inclusivas. No solo no llegarán a quienes más lo necesitan, sino que no tendrán la evidencia necesaria para detectar dónde han fallado. Trece países africanos no están incluidos en el Índice de Género de los ODS 2022 de EM2030 por falta de datos en cuestiones de género.  

 Existen grandes brechas en torno a las tareas de cuidado no remuneradas, el trabajo doméstico y la brecha de género salarial, áreas donde las desigualdades de género son profundas y persisten. Estas brechas hacen que sea más difícil identificar las necesidades de las personas más afectadas y también genera una falta de rendición de cuentas y políticas económicas que no son responsables y que rápidamente se vuelven ineficaces y, lo que es peor, explotadoras. En lugar de recortar presupuestos, el dinero debería invertirse en  servicios e infraestructura públicos. Además, debería gestionarse con perspectiva de género (con la ayuda de los datos sobre género ya recolectados).    

Diversos países africanos lograron fuertes leyes de cuotas de género pero que, sin mecanismos de rendición de cuentas o de implementación, carecen de aplicación en la práctica. No basta con tener bancas de mujeres si los sistemas todavía están dominados por una cultura patriarcal que históricamente ha trabajado por su exclusión —y se ha beneficiado con ella—. 

La organización FEMNET fue clara en sus demandas de políticas gubernamentales que reconozcan la intersección de discriminaciones y en cuestionar los sistemas opresivos como el patriarcado, el capitalismo y el neocolonialismo.  

Cuando adoptamos una perspectiva panafricana y feminista, priorizamos a las mujeres y niñas africanas a la hora de elaborar políticas, y comenzamos a desafiar estos sistemas al cuestionar las dinámicas de poder y los privilegios que imponen. Planteamos cuestiones sobre el control de los activos y los recursos, sobre las normas culturales y sobre el poder.  

Denunciar las ideas neocoloniales que perpetúan la inequidad y poner a las mujeres y niñas africanas en el centro llevará a una recuperación no solo plena, sino equitativa y sostenible, características importantes en un mundo que se espera enfrente otras crisis.  


1. La definición que usamos es la provista por el Foro Africano de Feministas, que coloca a las estructuras y los sistemas de las relaciones sociales patriarcales insertados en otras estructuras opresivas y explotadoras en el centro de nuestro análisis.